Antonio Marcos de Amores
Nació el día 10 de Marzo de 1950, en el popular
Barrio del Cerro del Águila, de Sevilla, España, en el seno de una humilde
familia, que vivía de arriendo, en una casa de vecinos.
Un barrio obrero, que por aquel entonces, empezaba a
dar sus primeros pasos. Actualmente, casado, con tres hijos y un nieto.
Desde pequeño, despuntaba unas actitudes artísticas
fuera de lo común. Empezó a pintar a muy corta edad y, careciendo de los
materiales idóneos, él mismo se los preparaba. Hacía de la arcilla cocida y
triturada, una mezcla con aceite, el color ocre. Así como el rojo, con pimentón
molido. Añil para el azul y madera quemada para el negro, etc., etc., y de
soporte, un humilde trozo de cartón.
También era muy inquieto y siempre estaba imaginando
nuevas actividades. Así como hacer anillos, de una moneda de ese entonces de 25
ctm., dándole forma, con dos cantos rodados y una lima de cola de ratón.
Desde muy niño, la madre quería que aprendiese el
oficio del padre, que por aquel entonces, abrió una Barbería, y el niño,
pasaría parte de su niñez, aprendiendo el oficio de barbero.
Cierto día, que andaba en sus quehaceres artísticos,
apareció por su casa una persona que al parecer, entendía bastante de pinturas
y demás, comentándole a los padres del niño, que éste era muy ocurrente, que
nunca había visto hacer un pincel de pelos humanos, todos a un palito, y que
sería conveniente, no desaprovechar tanta imaginación y mandar al niño a una
escuela de arte.
Pero la extrema pobreza de los padres de Antonio, impediría
que fuese a dicha escuela, y tampoco a la que hoy en día se llama primaria.
Ya era bastante mayor, cuando la madre lo llevó,
para que al menos supiera leer y escribir, a una escuela de las más humildes
del barrio, donde aprendió el significado de las letras, permaneciendo pocos
meses en dicha escuela, quizás por razones económicas.
Como siempre le había llamado mucho la atención,
encontrarse con tantísimas personas leyendo novelas, entonces él pensó escribir
una, contando con un vecino y amigo de su misma edad, que tenía una máquina de
escribir. Durante unos días por las tardes, se reuniría con él, dando paso al
relato. (Como anécdota, quizás fuese porque le dictaba demasiado rápido o por
cansancio, el amigo que transcribía la novela, omitía la mayoría del
relato, quedando en una mini novela).
A partir de entonces, no volvió a escribir más,
hasta su adolescencia, que escribía pequeñas notas, pero que no les prestaba
interés, tirándolas después.
Así pasó el tiempo, sin que diera importancia a sus
inspiraciones artísticas, hasta que algunos años después, quiso sorprender a un
amigo con una historia real. Éste, al leer aquella humorística representación,
le aconsejó que no dejara de escribir, ya que le había gustado mucho, tanto la
forma como el contenido.
Así lo hizo. Todo cuanto su mente imaginaba, lo iba
plasmando con sus letras, llegando a escribir numerosos libros y poemarios.
Patricia
Enríquez Aguilar

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